18 de Abril 2006

Auster

Paul Auster sigue siendo muy Auster.

-Coge la salida tres -dije a Tom-. Tenemos que salir a la Route 30, que va en diagonal hacia el noreste describiendo una línea ondulada. A unos sesenta kilómetros, empezarán las curvas y seguiremos haciendo eses hasta llegar a Rutland, donde habrá que buscar la Route 7, que nos conducirá derechos a Burlington.

¿Por qué me extiendo en pormenores tan nimios? Porque la verdad de la historia radica en los detalles, y no tengo más remedio que contarla exactamente tal como ocurrió. Si no hubiéramos decidido salir de la autopista en Brattleboro para dirigirnos intuitivamente a la Route 30, muchos de los acontecimientos que se relatan en este libro no se habrían producido. Y cuando digo esto piesno especialmente en Tom. A lucy y a mí aquella decisión tambien nos vino estupendamente, pero para Tom, el sufrido protagonista de Brooklyn Follies, fue problamente la más importante de su vida. En aquellos momentos no se imaginaba sus consecuencias, no tenía ni idea del torbellino que había desencadenado. Como la muñeca de Kafka, creyó que simplemente iba a cambiar de aires, pero cuando salió de una carretera y tomó otra, la Fortuna tendió inesperadamente los brazos a nuestro muchacho y lo transportó a un mundo diferente.

Extraido de Brooklyn Follies, de Paul Auster.

Escrito por salivazo a las 18 de Abril 2006 a las 05:29 PM
Comentarios

Auster y sus casualidades decisivas. Qué grande.

Escrito por HenryKiller a las 23 de Abril 2006 a las 04:48 PM
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