Se preguntó entonces si las demás personas que se habían quedado en la Tierra experimentaban el vacío de la misma manera. O bien esto podría deberse a su peculiar identidad biológica, una degeneración determinada por su inepto aparato sensorial. Vivía solo en ese ruinoso edificio de mil apartamentos desahbitados que, como todos los demás, se derrumbaba día a día en un deterioro entrópico creciente. Finalmente, todo lo que había en su interior se fundiría, sería idéntico e irreconocible, mero desecho amorfo, kippel apilado hasta el cielo raso de cada apartamento. Y después, el edificio mismo perdería su forma y quedaría sepultado bajo el polvo ubicuo. En ese momento él, naturalmente estaría muerto. Éste era otro hecho que resultaba interesante prever mientras permanecía en esa lamentable habitación, a solas con el silencio mundial que imperaba omnipresente y sin pulmones.
Extraido de ¿Sueñan los androides con ovejas mecánicas? de Philip K. Dick
La soledad del pobre John Isidore es más grabe si se piensa es una de las pocas personas que siguen en la Tierra. Todo el mundo se marcha a colonizar otros mundos, mientras los pobres afectados por el polvo radioctivo se quedan a consumirse en un mundo abandonado. Estos dias me ley esta novela y ayer volvi a ver la pelicula, Blade Runner, que grande por favor...
Escrito por salivazo a las 13 de Septiembre 2004 a las 04:29 PM