17 de Enero 2005

Marrakech

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Los reyes están hoy en Marrakech y las imágenes que he visto por la tele me han hecho recordar la ciudad. Llegamos por la noche después de un maratoniano viaje desde Fez, y encima al llegar nos encontramos que el hotel donde habíamos reservado habitación estaba completo, así que con todo el equipaje y un estado de ánimo un poco inestable nos dedicamos a buscar por los callejones un hotel con algo disponible y lo único que encontramos libre fue una habitación/horno y dos colchones en una azotea. Nos fuimos a cenar al un restaurante en el perímetro exterior de la plaza de la Nada. Desde fuera tiene un aspecto impresionante, llena de luces y de gente y con ese humo de los puestos de comida. Mis compañeros estaban cansados y se fueron para el hotel después de cenar, pero yo era incapaz de largarme estando a escasos metros de esa plaza que llevaba tanto tiempo deseando ver, así que me fui solo a perderme entre la gente.

La primera impresión fue un poco de decepción, ya que me habían dicho que allí se podían encontrar shamans, brujos y gente muy extraña, y lo único que veía eran puestos de comida, todos exactamente iguales. Pero al salir de la zona de luces encontré lo interesante. Habían corrillos de gente tocando con instrumentos extraños. Empezaban lentamente pero poco a poco iban creciendo hasta llegar a estados casi de trance. Me quede un rato entre los corrillos. Me sentía un poco extraño no solo por el contexto sino porque apenas había algún turista, no obstante todo el mundo me ignoró totalmente, que es lo que quería yo. Luego me fijé en que había un viejo en el suelo, me acerqué y vi que estaba escribiendo números y letras en un papel, parecían formulas matemáticas. Llegó otro hombre y empezaron a discutir cosas sobre lo que estaba escrito. Yo no me enteraba de nada y pensé que quizás ese era uno de los shamans supuestos de la plaza, un shaman matemático. Aunque pensándolo bien ahora quizás el papel era una factura y estaban discutiendo sobre algún precio, pero es que en ese momento me hallaba a medio en trance después de los cánticos de los corrillos y veía cosas donde no las había.

El día después la plaza presentaba otro aspecto, llena de tiendas de souvenirs, autobuses de turistas y puestos con monos o serpientes enjauladas para que los turistas se hicieran fotos. Un poco triste, no tenia tanto encanto. Eso si, había un encantador de serpientes con su flauta que le daba un toque muy exótico.

Marrakech fue un punto de inflexión en el viaje, llevábamos una semana y algo bajando sin parar en dirección sur y en ese momento íbamos a empezar a subir hacia el norte otra vez, lo que me dolió mucho porque me quedaba sin ver el desierto. Y más cuando ves que en la plaza de la Nada se forman pequeñas dunas de arena, que el viento trae desde el desierto que esta a pocos kilómetros ya.

Escrito por salivazo a las 17 de Enero 2005 a las 08:11 PM
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