Es curiosa como cambia tu vida al incluir en esta una de esas pequeñas máquinas emisoras peludas (y cuadrupedas, no lo olvidemos) de ronroneos. A veces está de buenas, entonces te viene corriendo a recibir a la puerta, saluda elegantemente al entrar en una habitación, hace compañia y por la noche advierte de su presencia cuando de acerca a la cama con un rrrrrrrrrrrrrrrr en crecendo.
Otras veces le sale la vena más radical y arremete contra los pobres, indefensos e inmoviles vegetales del habitáculo, se dedica a colgarse de las cortinas o incluso hace practicas de guerra biologica fueras de las zonas acotadas debidamente para ello. Y aunque entiendo que a veces se haya crispada por questiones internas suyas, las bases de nuestra relación se basan en ciertas normas que hay que compatir fijadas por mutuo acuerdo.
Por ahora no obstante sigo siendo partidario del trato con tales máquinas, aunque sigue siendo un misterio cual es su utilidad en un contexto no rural.