la voz del parlante

de los triangulos, dinámicas y fusiones

Györgio Saltaneti se encontraba en su taller ocupado en la labor que le obsesionaba desde hacia mucho tiempo, la fusion dinamica de un triangulo isosceles con uno rectangulo. Consideraba al triangulo como base de la realidad establecida, y creia que sus dinamicas se podian aplicar a todos los conocimientos hacia los cuales la joven ciencia occidental estaba empezando a centrar su atencion: medicina, arquitectura, astronomia, etc... Desde que en 1479 publicó en Florencia el ensayo "de los triangulos, dinamicas y fusiones" habia estado condenado, perseguido y repudiado por la Iglesia y el resto de emergente ciencia, que consideraban absolutamente blasfemas sus ideas sobre las dinamicas y fusiones de triangulos, ya que una forma pura y racional era eterna y no podia ser modificada por el ser humano. Esa era la idea de Saltaneti; despues de muchos estudios sobre las dinamicas triangulares llegó a la conclusión de que dos triangulos con formas diferentes podian sumarse en una nueva forma. No obstante el problema que tenía era el como. Se encerró en su taller y contruyó diversos triangulos de formas y tamaños diferentes y de una y mil maneras intentó la fusión de los diversos cuerpos.

Una noche de julió, de la cual se cumplió ayer la efemeride, salió de su taller creyendo haber encontrado la formula definitiva. Paseó entre los arboles sorprendido ya que, gracias a una casualidad habia encontrado la solución de una forma muy fácil. En el taller, encima de su mesa, le esperaba un nuevo triangulo, fruto de la fusión de dos triangulos diferentes. Era una nueva forma desconocida por la geometria y que acabaría con todas las críticas de estos últimos años. Pero de repente, de forma inconsciente y casi por azar, compredió el error de toda su teoría. Comenzó a caminar hacia el taller, sabiendo lo que se encontraria al abrir la puerta. Al llegar a está contubo la respiración y con determinación la abrió y contempló lo que ya se esperaba, dos triangulos separados inevitablemente encima de su mesa. Y no supó que le dolió más, el fracasó en la fusión de los triangulos o el vació en el que se quedaba.