El otro dia hablaba con N, a quien apenas conozco y em explico que era una apasionada de los gatos. Al principio no se si lo diria por quedar bien o no, pero hizo comentarios que solo pueden salir de alguien apasioando pro ellos. Le comenté sobre gatos en concreto de nuestra facultad y los tenia perfectamente clasificados, conocia su caracter y sus zonas habituales. Y eso que les tiene alergia.
Pero el gusto a los gatos es algo difícil de simular frente a una persona aficionada a ellos. Hay gentes de gatos, y hay otros, probablemente más que una mayoría, que "no pueden soportar un gato inofensivo y necesario". Si lo intentan, sea por cortesía o por cualquier otra razón, se nota porque no comprenden cómo se debe tratar a los gatos; y el protocolo de los gatos es más rígido que la diplomacia.
Se basa en el respeto a sí mismo y en el mutuo respeto, y tiene el mismo matiz que la "dignidad del hombre", que solamente puede ofenderse a riesgo de la vida.
Los gatos no tienen sentido del humor, sus egos estan terriblemente hinchados y son muy susceptibles. Si alguien me preguntase por qué valía la pena perder el tiempo ocupándose de ellos, me veria forzado a responder que no hay ninguna razón lógica. Preferiria explicar a alguien a quien no le gusten los quesos fermentados por qué "debería gustarle" el Limburguer. No obstante, simpatizo con aquel mandarín que se cortó una manga llena de inestimables bordados porque sobre ella estaba durmiendo un gatito.
Extraido de Puerta al Verano, de Robert A. Heinlein
Escrito por salivazo a las 4 de Febrero 2005 a las 03:30 PM